ABANDONA LA IRA Y LA FRUSTRACIÓN, SOMOS PARTE DE ALGO MAYOR
Después de los atentados del 11 de septiembre, una compañía ubicada en las Torres Gemelas reunió a los empleados que, por un designio superior, habían sobrevivido. Los motivos por los que seguían con vida eran casualidades asombrosas, cada una de ellas una pequeña pieza de un rompecabezas cósmico:
El director de una empresa se retrasó al llevar a su hijo a su primer día de jardín de infancia. Ese día, el pequeño insistió en llevar su osito de peluche favorito, el cual había perdido en innumerables ocasiones. La búsqueda del osito se prolongó más de lo esperado, retrasando al director y, sin saberlo, salvando su vida. Quizás, ese osito contenía una energía especial, un lazo invisible que lo conectaba con su padre y lo protegía.
Una mujer llegó tarde porque su alarma no sonó. La noche anterior, había estado leyendo un libro que la había cautivado hasta altas horas de la madrugada. Al apagar la luz, se había olvidado de poner la alarma. Al día siguiente, se despertó varios minutos despues de lo habitual, gracias a un sueño vívido en el que sentía una sensación de urgencia.
Alguien quedó atrapado en un embotellamiento provocado por un accidente. Un pequeño accidente en la carretera había generado un caos vehicular. Mientras estaba detenido en el tráfico, ese individuo recordó una conversación que había tenido con un viejo amigo sobre la importancia de vivir el presente. En ese momento, decidió enviar un mensaje a su amigo, agradeciéndole su amistad.
Una persona perdió el autobús. Al llegar a la parada, se dio cuenta de que había olvidado su billete de autobús. En lugar de regresar a casa, decidió caminar hacia su trabajo, disfrutando del aire fresco de la mañana. Durante el camino, se encontró con un antiguo compañero de escuela, con quien no se veía hacía años.
Un caballero se manchó con comida y tuvo que cambiarse de ropa. Al preparar el desayuno, derramó café sobre su camisa favorita. Molesto por el incidente, se vio obligado a buscar otra camisa limpia. Mientras buscaba en su armario, encontró una antigua fotografía de su abuela, a quien extrañaba mucho.
A otro se le echo a perder el auto. Justo cuando iba a salir de casa, su auto no arrancó. Frustrado, llamó a un mecánico, quien tardó más de lo esperado en llegar. Mientras esperaba, decidió llamar a su madre, con quien hacía mucho tiempo que no hablaba.
Una empleada volvió a casa para contestar el teléfono. Un presentimiento la llevó a regresar a casa antes de salir hacia el trabajo. Al contestar el teléfono, se enteró de que un familiar había sufrido un pequeño percance y necesitaba su ayuda.
Otro no pudo conseguir un taxi. A pesar de esperar durante varios minutos, no pudo encontrar un taxi disponible. Decidió caminar hasta la estación de metro, donde se encontró con un colega con quien solía discutir. En esa ocasión, sin embargo, tuvieron una conversación agradable y reconciliadora.
Cada una de estas historias, por más insignificantes que puedan parecer, forma parte de un tejido cósmico más grande. Son hilos invisibles que nos conectan unos a otros y con algo más allá de nosotros mismos. Al reconocer estas conexiones, podemos encontrar un sentido más profundo a nuestras vidas y liberar la ira y la frustración que a menudo nos consumen.
ABANDONA LA IRA Y LA FRUSTRACIÓN, SOMOS PARTE DE ALGO MAYOR.
La próxima vez que te encuentres en una situación difícil, recuerda que estás exactamente donde debes estar. Confía en que todo sucede por una razón, y que incluso los eventos más pequeños pueden tener un gran impacto en tu vida y en la de los demás.
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